El sábado 30 de agosto nuestro colegio vivió una experiencia profundamente humana y cristiana: el Desayuno Solidario, que reunió a 119 invitados que pudieron disfrutar de un día lleno de atenciones y cariño.
Desde su llegada, cada persona fue acogida con respeto y ternura por la comisión organizadora. Primero, pasaron al gimnasio, donde pudieron elegir ropa, luego acceder a un espacio de duchas y cortes de pelo gracias a un generoso grupo de voluntarias y exalumnos. Posteriormente, se dirigieron al comedor para compartir un rico desayuno preparado por nuestros apoderados, gesto que llenó de alegría y gratitud los corazones.
En cada mesa, los invitados fueron acompañados por estudiantes del voluntariado, funcionarios y apoderados, quienes no solo compartieron la comida, sino también conversaciones llenas de entusiasmo, escucha y fraternidad. Todo estuvo acompañado por la música de los talleres de orquesta, cueca, canto espontáneo, instrumental y el infaltable karaoke, que aportaron un ambiente de fiesta y comunidad.
Fue una maravillosa jornada, fruto de la voluntad y el servicio generoso de muchos, donde lo más importante fue el cariño y la dignidad con que cada persona fue tratada. Como colegio, seguimos caminando en la huella de San Alberto Hurtado, convencidos de que “una persona vale más que todo el oro del mundo”.
