El Departamento de inglés del Colegio Polivalente Padre Hurtado organizó recientemente una interesante charla sobre el desarrollo de las neurociencias y su aplicación en educación, en conjunto con la editorial Oxford University Press trajo a la destacada neuropsicoeducadora argentina, Lucrecia Prat Gay, directora del Área de Educación de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano.
“A la edad cronológica le sumamos dos y obtenemos el tiempo que orgánicamente los niños disponen para prestar atención o estar bajo estados de concentración. Por lo tanto, las clases deben contemplar un recreo cerebral o intervalos de oxigenación constantes, porque son menos de 15 minutos de atención, si queremos que el aprendizaje se produzca”. Con ese llamado inició la especialista su exposición para docentes del Colegio Polivalente Padre Hurtado, a quienes compartió de forma práctica y concreta, algunas estrategias para aplicar en el aula y que ayudan a que el proceso de aprendizaje sea más natural, orgánico y memorable.
¿Cuál es el aporte de las neurociencias en el proceso de aprendizaje?
“La investigación científica ha avanzado mucho en el terreno de la biología del aprendizaje y eso ha sido muy útil para los educadores y para entender el proceso de enseñanza y aprendizaje. Muchos de los descubrimientos en los últimos 20 años nos obligan a replantearnos la manera en que planificamos, ejecutamos y evaluamos nuestras clases, dado que ahora tenemos información certera de cómo un cerebro incorpora conocimiento química y físicamente. Sumado a ello, tenemos un escenario en el cuál hay más distracciones o estímulos para los estudiantes, y eso significa que a la escuela le salió competencia, por lo tanto, los profesores son convocados desde las neurociencias a modernizarse y entender que el cableado del cerebro de nuestros alumnos no es el mismo”.
¿Qué condiciones son las más adecuadas o más eficientes para la enseñanza?
Dependerá del contexto, pero claramente tiene que ver con entender las emociones como los artífices de todo. Por un lado, debe haber una renovación de los métodos, es decir, los profesores están llamados a diseñar prácticas de enseñanza significativas para conseguir la atención y la motivación de los chicos, para que tengan ganas de ser parte del proceso. Por otro lado, hay que generar condiciones propicias en el aula. Por ejemplo, hay que moverse en la sala, cambiar el orden del mobiliario constantemente, incorporar la música sin letras, porque ayuda al desarrollo de los procesos cognitivos, usar colores claros en las paredes, salas bellas, decoradas, con buena oxigenación y una temperatura que bordee los 20°, pero sobre todo generar un clima libre de amenazas, sin estrés; ambientes que dejan a los alumnos receptivos y listo para el trabajo”.
“LAS TECNOLOGÍAS NOS ESTÁN ROBANDO LA POSIBILIDAD DE SER HUMANOS”
Uno de los temas que Lucrecia Prat abordó durante su presentación fue el auge de las tecnologías móviles y sus implicancias en la educación: “Las TIC son herramientas útiles de apoyo para el aprendizaje, se pueden usar, pero con cuidado ya que la tecnología nos está robando mucho la posibilidad de ser humanos. Hoy se debate en el mundo sobre si vale la pena usar los celulares en clase o desterrarlos completamente, como lo ha hecho Francia, que prohibió para los menores de 15 años el uso de teléfonos en las escuelas. En ese sentido el llamado de salud pública es a que el colegio sea un espacio donde los estudiantes puedan interactuar, desenvolverse, realizar actividad física, donde necesariamente deban mirarse a la cara”.
¿Qué recomiendan las neurociencias respecto al uso de celulares y tablet?
Lo importante para los padres y educadores es el control sobre el uso que los menores le dan a las tecnologías, y desde el punto de las neurociencias es muy peligroso que no le pongamos un freno a su empleo en el aula. Ya está comprobado que la generación actual tiene un retardo en el desarrollo de los lóbulos prefrontales, la parte más inteligente de nuestro cerebro, y que, si antes el cerebro estaba totalmente maduro a los 20 años de edad, hoy recién está ocurriendo a los 24 o 25 años, o sea, extienden su etapa adolescente. Y esto es porque nuestros lóbulos prefrontales necesitan de la interacción social y de la actividad física y son precisamente las dos cosas que estamos dejando de lado por dar tiempo a una pantalla de celular o computador.
Finalmente, Lucrecia Prat, invitó a los profesores del Colegio Polivalente Padre Hurtado a contarle a sus alumnos lo que pasa, porque si los estudiantes entienden qué ocurre en sus cuerpos podrán decidir si prefieren quedarse horas sentados frente a una pantalla o usar ese tiempo para desarrollar su cerebro. “La escuela debe educar al respecto, pero también alfabetizar emocionalmente, enseñar cómo moderar los impulsos, a entender las emociones y manejarlas, a aprender a convivir, porque esas habilidades se adquieren y deben entrenarse constantemente”, puntualizó.